Komorebi
La luz del sol que se cuela por entre las hojas de los árboles
por Talitano sabía si estaba vivo o muerto
tomó el paraguas y salió a la calle en el momento justo en que la primera gota caía del cielo y aterrizaba en su zapato derecho
el viento bamboleaba los árboles sacándoles la modorra de encima la tierra se abría para dejar pasar a la lluvia los perros andaban de un lado a otro buscando un hueco donde refugiarse
en apariencia era un día cualquiera
lo que lo hacía dudar era la medida de las cosas
la medida de las cosas
esa baldosa rota por ejemplo esa baldosa no podía no estar rota tenía que estar rota para que la vieja de Rosales se tropezara se diera un porrazo y se rompiera la cadera
igual que esa otra baldosa y aquella y aquella otra todo ese desamparo municipal tenía su razón de ser
debía estar muerto
empezó a caminar
a cada paso que daba sentía cómo el orden se dibujaba ante sus ojos
perfecto como la huella de un pajarito en la arena tuvo miedo pensó en volver atrás pero pronto se dio cuenta de que eso no entraba en el plan
no entraba en el plan
cerró entonces los ojos y volvió a avanzar decidido en dirección al parque
esquivó a las señoras presurosas a los hombres que se cubrían con diarios la cabeza a los perros que no habían conseguido refugiarse del agua
y por supuesto no pisó ni una sola baldosa rota
los pétalos de las flores subían y bajaban con el golpear de las gotas la lluvia repicaba en los charcos que habían ido formándose las lombrices se revolvían en la superficie de la tierra mojada
como guiado por una tortuga invisible
llegó a la esquina
se detuvo ante el grito de advertencia de la panadera pero tras la breve pausa emprendió de nuevo la marcha entre puteadas y bocinazos puteadas y bocinazos que distrajeron la mirada atenta de la vieja de Rosales que metió el bastón en la baldosa y cayó redonda al suelo
las gotas pulposas le golpeaban con violencia la cara mientras que el paraguas permanecía cerrado haciendo las veces de bastón
al otro lado de la calle lo esperaba el parque
el parque
caminó tocando con la punta de los dedos las hojas empapadas pateó un par de piedritas que no estaban en su sitio y llegó por fin al banco
el banco
el banco había sido verde en algún momento ahora era solamente una serie de láminas de madera pálida y gastada
finas endebles acoquinables
abrió los ojos
miró con detenimiento el sitio y se sentó sabiendo que se aproximaba el fin
el fin
miró por última vez alrededor percibiendo con todos los sentidos que esa mañana habían aparecido antes de atravesar la puerta
inspiró pensó en unas últimas palabras
cuando sintió de pronto que algo le rozaba la pierna
separó despacio las rodillas se inclinó un poco hacia adelante para ver mejor y allí se encontró con los bigotes de un gato jaspeado
un gato jaspeado
dudó un momento
pero al ver que el gato estaba tan empapado como él pensó que así tendría que ser que aunque él no lo hubiera notado tal vez no estaba solo en su destino
volvió entonces a inspirar y le murmuró al felino que no se preocupara que la lluvia ya amainaba y fue ahí en el preciso momento en el que la lluvia empezó a amainar
que el gato se le subió a la falda lo miró directamente a los ojos y él se dio cuenta de la enormidad de la broma
el gato le sonreía
y ahora él ya no sabía si estaba muerto o estaba en el país de las maravillas