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Cosas de las que me avergüenzo

Podrían ser peores

por Talita

Le estoy agarrando el gusto a esto de las listas, porque además de pasármelo pipa cuando las hago, son un respiro. Con esto no quiero decir que escribir a veces sea un parto, lo estoy afirmando. Yo escribo no sé muy bien por qué, nadie me obliga. O tal vez sí, tal vez tenga un Garnilofante adentro que me apunta con un arma, porque si no no se explica tanta obsecuencia. En fin, que para esos momentos en que las historias se traban y los personajes andan más perdidos que chupete en el traste, nada mejor que una lista que ventile las neuronas. Esta es más personal que las anteriores, pero como sé que ustedes son unos cotillas les va a gustar: las cosas de las que me avergüenzo. Como siempre, en estricto orden aleatorio.


1. Me avergüenzo de haber sido fanática de Rodrigo. De las que lloraban en sus conciertos y de las que cayeron en una profunda depresión cuando el muchacho estiró la pata.

2. Me avergüenzo de que me encanten los cupcakes y las tartas bonitas -espero que El Comidista no llegue nunca a leer esto-. Semejante mariconada es completamente anti-Talita.

Tarta linda pero ñoña - Studio Ghibli <3

3. Me avergüenzo de mis amplios desconocimientos en materia de geografía. La cosa es tal que Axel me felicita cada vez que acierto a alguna de sus trivias. La última vez se sorprendió de que supiera dónde estaba la Isla de Pascua y a qué país pertenecía. Es normal teniendo en cuenta que hasta hace poco yo confundía Austria (sí, ese lugar que está LITERALMENTE pegado al país donde actualmente resido) con Australia.

4. Me avergüenzo, no de haber sido fanática de Pokémon -porque fue una de las cosas que estableció las bases de mi frikismo- si no de haber llegado el extremo de torturar a mis amigos dibujándoselos en tarjetas de navidad.

Este Pikachu no lo dibujé yo sino un amigo que quería disculparse por algo. Sabía lo que hacía.

5. Me avergüenzo de leer menos de lo que debería. Se supone que los escritores deberían leer, ¿no? Pues eso.

6. Me avergüenzo de que en algún momento de mi vida este tipo me haya parecido romántico:

7. Me avergüenzo de lo increíblemente sorete que fui con algunas que personas que no se lo merecían. Con las que se lo merecían, no.

8. Me avergüenzo del corte que pelo que tenía a los 12 años:

Muchos se ríen del tamaño de mis patas. Es comprensible.

9. Me avergüenzo de que todavía me guste esta canción:

10. Me avergüenzo de dejarme obnubilar fácilmente por gente que luego me decepcionará porque no es lo maravillosamente genial que en un principio me había parecido.

11. Me avergüenzo de no haber trabajado nunca en algo que realmente me gustara (yendo acompañado en este caso el verbo trabajar con el verbo cobrar).

"La talla 38 me aprieta el chocho". No más preguntas, su Señoría.

12. Me avergüenzo de las veces en que se me escapa la hijauniquez o el paletismo, siendo estos los momentos en que me como todo el paquete de galletitas sin dejarle ni una a Axel o cuando repito como un loro algo que escuché sin pararme a pensar en lo que estoy diciendo.


Así y todo, no me avergüenzo de cosas tales como:

1. Lo machona que era cuando era chica (remitirse a la foto del punto 9). La femineidad no es lo mío.

2. Lo mersa que es la música de los ’80 y el amor incondicional que le profeso.

3. El quilombo que es generalmente mi casa, mi habitación, mi cocina y mí misma.

4. Lo insoportable que soy con los gatitos y lo insoportable que voy a ser con los perritos cuando tenga uno.

Guzmán, indiscutiblemente el mejor gato del mundo


Y ustedes, sabandijas, ¿de qué se avergüenzan?